sábado, 5 de julio de 2008

Noche sin Cigarros


Hoy es una noche sin cigarros. Justo que la necesito, ha desaparecido hasta el mas mínimo rastro de nicotina fumable de mis bolsillos. Se han esfumado mágicamente como tu esperanza de las bagatelas que en mis fantasías habitan. Como siempre, no hay caricia que colme estas ansías muertas de hastíos. Hasta hace un instante tu flama invadía todo el sopor de mi alma y en este preciso segundo estoy despojado de la suerte de tus abrazos. Hoy no quiero llenarme los pulmones con humo para calmar estos nervios, hoy quiero al cigarro en su real dimensión, dinamitando mis alveolos pulmonares, estrangulando la cavidad cardiaca. Quiero acribillar este futuro para que la muerte venga un poquito mas pronta y se aminore la pena de tu olvido.
Como muchas otras veces has de saber que mi olvido será el definitivo, que no habrá mas pestañas para esta mirada, que esta cadencia de palabras que sobre tu figura recae, será la ultima . El día de mañana querrás descubrir estos ojos y verás el frío de las venas heladas correr por ellos. Esta criatura sensible que por tu alma velaba hoy decide partir hacia la isla desierta de donde provino. Aunque alcanzares mis graves pasos nunca alcanzarás los pies que los producen. Elévate y goza de lo nunca perdiste, que aquí en esta amada soledad me dedicaré a resolver los algoritmos de mi sepulcro. Nunca tuve un tiempo y mi mayor pecado fue el haberte creído tan floreciente como aquellas hierbas de altura. Creí haber trepado las mas grandes alturas al verte a mi lado, y de un potente cachetazo la tromba de la realidad me ha descolgado. Nuevamente aquí, al borde del río mirando las rocas aproximarse al cielo, en la encrucijada inicial, sin saber si adentrarme en la espesura de la vida lobezna o volver a la ciudad y ser simplemente un triste urbano. No tengo muchas opciones y la muerte me persigue. Hoy es una noche sin cigarros, una noche con una puta esperanza menos.

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