domingo, 15 de febrero de 2009

Génesis Atea



Y ellos se propusieron reinstalar un dulce universo en la caótica ventana, aquella a la que jamás pertenecerían. Transcribieron el contenido de sus almas en polvorosas hojas de cristal y atomizaron sangre ajena en las enfermas montañas, así nunca nadie olvidaría que alguna vez fueron un dulce gemido que atravesaba el pardo laberinto de las criaturas enfermas. “Seremos por siempre jóvenes y nutriremos las sedientas raíces”, dijo mientras se tapaba el agrietado rostro con algunas pardas lágrimas y un dejo de ironía estrangulaba su garganta hasta hacerla expulsar cientos de cuervos por sus ojos. “Aquí tienes, disfruta el espectáculo.” y cada ave picaba despiadadamente la carne, con sus patas escarbaban todo el cuerpo formando surcos que luego serian los cauces por los cuales escurriría mi ebria sangre dando a luz lagos, desiertos, montañas, hombres.

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