miércoles, 4 de marzo de 2009

Mi nena era pequebú

Ella volvió de aquella travesía que signaría su vida por siempre. Muchas veces la pertenencia me mataba, o mejor dicho la carencia de la misma asfixiaba. El hecho de no ser nunca en el otro, de no verme atado a ningún muerto, a tratar de ir descubriendo dentro de mi mismo los valores que le dieran un mote humano, hacían de este hombre un sujeto social esquivo y peregrino. Me daban asco los infantiles pequebuses que medían las ansias de cambio con la vara de las etapas. Hoy podemos salir y gritar, pero quizá mañana (como siento temor a que alguien escuche mis grititos de puta berreta) cierre esta boca, deje de soñar (o a lo sumo tendré sueños que quepan en una taza no muy cargada de café, quizá alguna tranza con tal de no hacer lo que se “debía” concretar para limpiar la dulce consciencia y borrar de un plumón esta medialuna que hoy como sentado sobre mi sofá mullido y con aire rústico, en esta casa con réplicas de “Free Store” made in Tailandia de un cuadro de Picasso y etcéteras varios) y me ponga a trabajar duramente porque si bien tengo una “deuda social” con este país que me dio todo, no debo olvidar que mi hijo debe ir a inglés desde muy chico, aprender equitación, hacer todo su ciclo escolar en una escuela privada (No es que tenga nada contra lo estatal, pero han deteriorado tanto la educación que para que los chicos crezcan en un mundo cada día mas competitivo lo mejor es mandarlos al instituto para que sean “muchachos” y no “muchachotes”) Para ganar algo tenemos que ceder por otro lado, no existe otra posibilidad, el sistema no es perfecto y vivimos en él, no hay forma de modificarlo, hay que vivir como mejor se pueda y que nuestra pequeña( Porque fue planificada, por supuesto) prole sea moderadamente libre. El “Pueblo” suspiro mientras sigo sorbiendo unos tragos de café y con el control remoto veo que mierda pasa en el mundo. Nada nuevo: a una modelo se le reventó una teta, los jubilados se quejan que no llegan a mitad de mes, hay una batalla campal de travestis en plaza de Mayo. Esto no es la realidad, yo lo sé porque tengo las herramientas para discernir y pensar esta avalancha de información. Yo la tengo, si es verdad, pero muchos otros no (“Ah! Las clases marginadas que no tienen igualdad de condiciones socio-económicas son las que reciben todos los golpes de las asimetrías económicas).

Y volvió después de encamarse con el enemigo y las palabras de hace un mes son una “etapa”que hay que cerrar para crecer. Me invita a “crecer”. Le escapan al mundo entre medialunas y cafés y a eso le llaman madurar. Por favor.

1 comentario:

eugenio abraham dijo...

muy interesante. El sentimiento de no pertenencia a sido una constante que va y viene. El dia de hoy la he identificado nuevamente acechandome y esto me ha incitado a teclear esas palabras en la web... y heme aqui, descubriendo un adjetivo para mi sentir: asfixia. Tambien me he sentido asfixiado con la no pertenencia. Interesante articulo, lo leere nuevamente mas tarde. Saludos.

 
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