Ya no, ya no quiero recordar. A veces me imagino el pasado como un tarro lleno de imposibles que cada tanto se desparraman como el mate cocido del primario y nos manchan las hojas del presente. Siempre con el tiempo. Nunca lo voy a terminar de entender, aunque la física me grite que el tiempo es el cociente entre el espacio y la velocidad, no sé con que vara medir el espacio de tus ojos claros, ni de donde sacar la velocidad con que nos alejamos y perdimos en un punto indefinido del cosmos (¡Ni mucho menos se me ocurriría imaginar como realizar semejante división!) Ahí donde todas las calculadoras no pueden dividir por cero se encuentra la génesis de los pensamientos que a diario se me cruzan. Daiana como un gorrioncito atormentado me escucha, inocente, invisible entre las ramas de un Populus sp. que escudriña el horizonte persiguiendo la estrella de una galaxia que todavía no ha nacido. Siento un placer enorme en este día postrero de mi existencia al regalarme a olfatear el aire del Parque y sentarme debajo de un Populus Alba (Ahora que lo veo sin ningún prejuicio que enturbie la visión, me doy cuenta como extiende sus brazos debajo de su sotana blanca, intentando abrazar vaya a saber que haz argento escapado de un febo celoso del calor con que los sarmientos de las vides arrullan al viento) encender un Parissien y esperar que una suave brisa ronronee en mis oídos y haga flamear los estoicos cabellos que se niegan a abandonarme en la voluntad ultima. Es complicado hablar de futuro cuando el ayer abarca toda una vida, y cuando toda una vida está sustentada en esperar el instante ultimo. Fatalista, me dirán, pero que pueden decirle a un pobre viejo que se negó a cantar durante toda su vida ese tango innombrable e imposible para esperar la ocasión de justificar toda una vida de esperas. Y aquí estoy, otra vez donde terminó todo. El Parissien va por la mitad, y una nube le pone media sombra al sol. Siento el frío invadir los dedos que sostienen el tabaco, pienso en como voy a tensar las cuerdas esta noche.
domingo, 18 de mayo de 2008
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1 comentario:
Un espectáculo en verdad.
Hoy fue un día sin palabras.
Y sin palabras ando.
Sólo puedo decir que fue una lectura sanadora de almas. Haces palpitar.
:)
Te quiero alexander quijotens.
:P
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