Han pasado algunos años, quizá dos o tres. Su frase transciende fronteras, cuerpos, llena ocultos teatros y en todos lados conocen su nombre, se hacen prescindibles las presentaciones. Algunos le llaman fama, él la cataloga justicia. Su cama que en otros tiempos tenía un hueco profundo, hoy se encuentra rebosante de néctar, y no es menester hacer un esfuerzo para llenarla. ¡El mundo no pedía más que un mínimo arrojo para entregarse dadivoso a quien lo pidiese! Hoy es imperiosa la necesidad de dirigirse al lugar donde empezó todo. Se arregla y da un par de vueltas por la ciudad. Escucha un tiro, trozos de cristales, corridas, el rechinar de unas gomas contra el asfalto, silencio. Siente temor pero también se cree útil en una situación semejante. Moviliza su cuerpo al lugar donde nacieron los ruidos. Algunos ojos lo observan desde el silencio de las ventanas. La cuadra está oscura y sólo aprecia los cristales en el asfalto. Mira hacía arriba y descubre una luz de alumbrado público con el foco roto y un pequeño hueco en la capsula protectora superior. Suena una sirena y decide que es el momento correcto para escapar del lugar. Camina pausadamente hacía su destino anterior.
miércoles, 11 de abril de 2007
11-El Tiro
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