Daiana es feliz. Ha comenzado a coleccionar experiencia en sus estantes sin estrenar. El sol le estremece el cuerpo por la mañana y la invita a quedarse un rato en la cama mirando el techo. Reordena su vida incorporando un nuevo componente, bebe a bocanadas el aire y sonríe somnolientamente. Imagina el gusto de los besos perpetuándose a diario, arribando puntualmente a su humanidad. Exquisita rutina. El medio está lleno de olores para un amante, y su tarea es clasificar las fragancias en envases invisibles. Corre detrás de los aromas, tiende su nariz al aire capturando y depurando cada variedad. Es una científica sentimental y creé estar detrás de una nueva ley prodigiosa. “¡Mire usted lo atrevida que se ha puesto la juventud! Ayer vieron a la chica de la esquina, robándole naranjas al atardecer” le acota una vecina a la otra con esa expresión asquerosa de comentario barato. La gente se jacta de los grandes científicos sin conocer siquiera su obra. Pero cuando ven un loco investigador deambular por el barrio no se ahorran dardos contra su persona. Se han visto algunas almas creadoras que son justificadas por los contemporáneos, pero por lo general son golpeados, torturados y puestos en ridículo hasta el hartazgo. Cuando los “inadaptados” mueren se ponen solemnes y descubren su “obra” ocupando un pequeño espacio en el tiempo. Son capaces de llorar. Debe pasar algún tiempo, quizás unas décadas post-mortem, para que esa luz entre a sus ojos e irradie luminosidad en su intelectualidad.
Una noche Daiana creyó al objeto amado irradiado por sus poros y supuso inevitable que las personas circundantes descubrieran un proceso extraño y acaso portador de luz en su interior. Tomó tinta china y garabateó eternamente un nombre en su piel. Naturalmente rieron a boca llena. Boca llena, corazón vacío.
1 comentario:
a veces hay tanta belleza, que no la podemos ver, no la podemos soportar, nos aterra, nos inunda... nos deja sin palabras, ni ojos, ni oidos..
ohhhh aleee!
nuestros encuentros y desencuentros son tan hermosos e irreales!
a veces cuesta creer que seamos de carne y hueso..
quizas somos un Quijote y una Medjai ahogados en un libro sin autor.
No seria asi mas bella nuestra historia?
Saludos..:)
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