lunes, 2 de abril de 2007

7- Daiana

Sufre una estremecedora carencia de experiencias, pero solo es temporal, un viejo recuerdo, un viejo trauma. No puede exteriorizarse y se pone una careta anestésica, la vida la desgasta sin que ella pueda desgastar la vida. A veces mira a su alrededor y se encuentra acompañada, amigos se dicen, compañía dice ella, simplemente compañía. Rutina, enferma rutina. Hoy hace esto, mañana aquello, pasado lo otro. Según le dijo mama mientras se ajaba las manos lavando ropa: “Corazón, esto te va a ayudar a progresar”. En aquellos días estudia. Carga su morral con esperanzas y se marcha al secundario. Con todos, junto con algunos, fuma su primer cigarro. Oculta la tos y simula tener el hábito dentro de ella. Inocentemente miente ante un jurado de embusteros. La aceptan, pero era necesario el ritual. Trece con veinte minutos, es una obligación entrar, ¡El cigarro tiene ese gusto tan exquisito! Resiste, pero recuerda las manos de su madre y se escabulle entre la multitud que se agolpa en la puerta de entrada.

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